jueves, 18 de octubre de 2012

Bienvenidos a nuestro blog




Educar es lo mismo
que ponerle motor a una barca.
Hay que medir, pesar, equilibrar...
Y poner todo en marcha.




Pero para eso
uno tienen que llevar en el alma
un poco de marino,
un poco de pirata,
un poco de poeta,
y un kilo y medio de paciencia concentrada.




Pero es consolador soñar,
mientras uno trabaja,
que ese barco –ese niño-
irá muy lejos por el agua.



Soñar que ese navío

llevará nuestra carga de palabras
hacia puertos distantes,
hasta islas lejanas.



Soñar que cuando un día

esté durmiendo nuestra propia barca,
en barcos nuevos
seguirá nuestra bandera enarbolada.

 Gabriel Celaya